martes, abril 18, 2006

clarividencia


inevitablemente, me la topé.
primer round del año. mientras explicaba la versión “peras y manzanas” de mi historia universitaria a su asistente… pasó una señora arrastrando una caja de cartón al lado mío. con total discreción, interrumpió mi discurso.
- a ver, a ver, a ver…. ¿usted es el señor torres? – me dirige una mirada de asco total.
- así es – dije mientras el gancho al revés, con forma de sonrisa dibujaba en mi rostro la más bella de las sonrisas.
- supe que estuviste armando un tremendo alboroto ayer y que no te atreviste a entrar a la sala. ¿cómo es eso? ¡estamos grandecitos ya para andar teniendo miedo! – señaló feliz, abusando de su pequeño poder.
- así es – dije, sonrisa idem.
- bueno, bueno, bueno, ¿y qué haces ahora acá?, disculpa que sea tan directa, pero no logro entender que pretendes.
- busco titularme y conversar con todos los involucrados, institucionalmente hablando, para saber qué debo hacer.
- bastante tarde te vienes a interesar, fíjate, por que el diplomado empezó hace ratito ya, y hoy tenemos prueba. ¿la quieres dar? – era la hora del sarcasmo.
- bueno – le dije, sonrisa idem.
- ¿y como es eso que te dio miedo entrar a mi clase de ayer?
- sinceramente, no pensé que fuera el diplomado de diseño… nadie sabia cual era la sala y me molesta interrumpir. además, el tema financiero aun no estaba resuelto.

cuando pensaba que toda barrera de extravagancia y mezcla de extraños sentim ientos de odio, dependencia, ironía, maldad, poder, rechazo y cinismo estaba completa… vino la guinda de la torta, y el acto de clarividencia sublime:

- ¿sabes que creo yo? yo creo que tu no tienes polola.
- … - solo sonrisa idem, de mi parte.
- si una niña que te gusta te dice “hola, vivo en un condominio” tú te das vuelta el condominio y la encuentras, y entras y la ves y no sientes miedo.
- …bueno… en materia de sentimientos… las cosas siempre dan para todo – le dije.

mientras pensaba en lo surrealista de la conversación y en la extrañísima relación que tendré con esta mujer… caminé en dirección a matriculas, de nuevo.

lunes, abril 17, 2006

heces



la conocí hace un par de años.
de inmediato el rechazo fue total (y recíproco).
no encontró nada mejor que indicarme como un ejemplo de mala dicción.
- tú, por ejemplo – me dijo – eres colombiano o ecuatoriano?
- no – respondí agotado.
- bueno, tú eres un ejemplo. tú te comes las “eses”
estallé en odio.
toda una vida dedicada a intentar pronunciar bien, pisoteada por su infame y arrebatado comentario.

las únicas “heces” que finalmente me comí, fue las que aquella clase se dedico a pronunciar y exponer.

pasó el tiempo, y ella, siempre con un muro encima, totalmente a la defensiva, buscando como destruirlo todo y con una actitud de mujer independiente y luchadora, que no es más que abuso de poder… y en su más básica versión.

ni siquiera saber que es hermana de pamela ayudó a mejorar un ápice mi impresión sobre ella.

en fin. hay ocasiones en que hay que guardarse las opiniones y bajar la mirada. incluso sonreír cínicamente. y es así como he estado estos años, mostrando y mostrando los dientes. pero ya estoy un poco agotado.

hoy fue el dia.

acompañado del guardia de la universidad pude dar finalmente con las misteriosas salas de los diplomados.

- esa es la sala – me indicó gentilmente.
- ¿la del diplomado de diseño? – pregunté con la sonrisa de gancho de ropa incólume.
- así es, con la profesora... mmm... jiles! – me reafirmó.
- ah… entonces... ¡no es el diplomado de diseño! – le dije, y me retiré.
- ella no es profesora de diseño, nada tiene que enseñarme y yo nada tengo que hacer ahí – le dije.

llegué a un espejo, y continué la frase con mi reflejo: “… nada que hacer, sólo comerme sus heces” - me dije bajando las escaleras, mientras mi rostro volvía a la posición que siempre debió tener al volver a este lugar.

próxima parada… matrículas.

lunes, abril 03, 2006

loco


me preguntan cómo me volví loco. así sucedió:
un día, mucho antes de que nacieran muchos dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras – sí; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas - ; corrí sin máscaras por las calles atestadas de gente, gritando:

-¡ladrones! ¡ladrones! ¡malditos ladrones!
hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas.
y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:
- ¡miren! ¡es un loco!
alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por primera vez el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. y como si fuera presa de un trance, grité:
¡benditos! ¡benditos sean los ladrones que robaron mis máscaras!
así fue como me convertí en un loco.
y en la locura he hallado la libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro propio ser.
pero no dejes que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.